sábado, 27 de abril de 2013

Lo más extraño de Marte

Las cosas más raras que hemos visto en MarteAunque Marte es uno de los objetos celestes más observados y estudiados, y aunque el ser humano ha sido capaz de colocar en su órbita y en su superficie un número de instrumentos, sondas y rovers nada desdeñable, el planeta sigue suscitando la imaginación y las fantasías humanas. Una de las imágenes más
 

famosas fue captada por la sonda Viking 1 en 1976. Se trata de la «cara de Marte», una figura que recuerda perfectamente a un rostro humano, que mide unos 3 kilómetros de largo por 1,5 de kilómetros y está ubicada en la región de Cidonia. Los amantes de la ufología pronto interpretaron el hallazgo como la prueba de la existencia de una civilización extraterrestre, pero la cara no es tal. Solo es una formación geológica natural, un humilde montículo capaz de engañar nuestros sentidos. El cerebro tiende a hacernos reconocer las formas que ya conoce.

Las cosas más raras que hemos visto en Marte 
Un gorila aparece por sorpresa en el paisaje del Planeta rojo. En realidad, se trata una imagen tomada por la sonda Opportunity en 2004 y que ha sido exageradamente ampliada. La imagen real de la roca puede verse en la web del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA, y, por supuesto, no tiene nada que ver con un gorila. Se trata tan solo de una ilusión óptica y muchas ganas de fantasear.

Las cosas más raras que hemos visto en Marte 
Las cámaras del rover Spirit de la NASA, actualmente atrapado en una duna de arena y no operativo, tomó en 2007 esta inquietante fotografía en la que aparece una presunta estatuilla de apenas unos centímetros de alto, que representa a una mujer sentada y en actitud pensativa (hay quien ha querido compararla con un Bigfoot, una sugerencia algo menos poética). No hace falta decir que no es ninguna figura tallada (ni tampoco un hombre de las nieves). Se trata tan solo de una simple y vulgar piedra. Las apariencias, a menudo, engañan.

Las cosas más raras que hemos visto en Marte 
La fotografía ya merece la pena solo por su belleza, pero es que además parece mostrar algo sorprendente: hileras de árboles alzándose sobre la arena marciana cerca del polo norte del planeta. La impactante imagen fue tomada por HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment), una potente cámara de alta resolución a bordo de la misión MRO, actualmente en órbita de Marte. No se trata más que de una ilusión óptica. Lo que parecen árboles corresponden, en realidad, a estructuras planas formadas por arenas basálticas que afloran a la superficie de las dunas y que se subliman en vapor debido a la acción de los rayos del Sol.

Las cosas más raras que hemos visto en Marte 
Al rover Curiosity le gustan los objetos brillantes. Ya ha encontrado unos cuantos desde que aterrizó sobre la superficie de Marte en agosto del pasado año, pero este fue quizás el que suscitó las ideas más estrafalarias. La instantánea, tomada por la cámara del mástil del rover (Mastcam), muestra un curioso objeto de aspecto metálico que parece la manilla de una puerta, el ornamento de una capilla o algún trasto cromado. Nada de eso. Lo que vemos realmente es una roca de aspecto inusual que ha sido erosionada por el viento y los elementos naturales, según han explicado los responsables de la misión Mars Science Laboratory. Eso hace que parezca tan pulida.

Las cosas más raras que hemos visto en Marte 
Es la última y más gamberra fotografía de Marte que ha hecho furor en internet. Esta vez no es una ilusión óptica, sino las huellas de las seis potentes ruedas de un rover de la NASA grabadas cuando se desplazaba y giraba sobre la superficie del Planeta rojo. La foto fue tomada hace nueve años y puede verse en la web del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. Un usuario que la descubrió en el sitio online decidió compartirla, seguramente divertido por ver un gran pene marciano, y se ha convertido en un fenómeno viral. Somos como niños.

viernes, 26 de abril de 2013

El alienígena de Atacama

El regreso del alienígena de Atacama
Los restos momificados de una criatura de 14 cm de longitud y con un extraño cráneo aplastado fueron encontrados hace ya una década en el desierto chileno de Atacama. Su particular aspecto le hizo merecer el sobrenombre de «alienígena» y causó gran impresión entre los
aficionados a la ufología, emocionados ante la posibilidad de haber dado, por fin, con un especimen realmente exótico. Sin embargo, los restos fueron examinados en 2007 por el reconocido forense español Francisco Etxeberria, quien participó en el análisis del cuerpo del presidente chileno Salvador Allende y reveló la presencia de restos humanos en la finca de José Bretón, entre otros famosos casos. El antropólogo confirmó que el presunto alienígena era «fuera de toda duda, un feto humano momificado completamente normal», según recogía el informe médico pericial. La edad de gestación era de 15 semanas e incluso tenía una porción de cordón umbilical pegada al abdomen.
Sin embargo, hay quien tiene otra opinión. El documental «Sirius», que se estrenó en EE.UU. el pasado domingo y que por cierto se puede comprar en internet, rescata al «alienígena de Atacama» y, envolviéndolo en una atmósfera de misterio, dice que tiene ADN humano -obviamente-, pero que no es un feto, sino un niño producto de una mutación, que nació y vivió durante varios años. El documental menciona un estudio liderado por el director de biología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), Garry Nolan.

Mutación humana

Al parecer, para llegar a esta conclusión, los expertos diseccionaron dos costillas de la criatura. «La secuencia que obtuvimos de la mitocondria nos señala con un gran porcentaje de acierto que la madre es una indígena chilena», ha indicado Nolan, según la agencia EP. Además, ha apuntado algo sorprendente: que se trata de una «interesante mutación» de un humano varón que sobrevivió a su nacimiento durante seis u ocho años y en ese tiempo «respiraba, comía y metabolizaba». Para Nolan, el interrogante es cuándo nació.
El informe contrasta seriamente con la autopsia de Etxebarria, que explicaba la momificación porque «los fetos no tienen flora bacteriana en el tubo digestivo, que es donde se inicia la putrefacción de los cadáveres, unido a la circunstancia de la pérdida de sangre como consecuencia de no haber mantenido ninguna precaución con el cordón umbilicial. De esta forma, la hipovolemia (disminución del volumen circulante de sangre) habría favorecido el proceso de conservación del cadáver», explica. (Puedes acceder al informe médico completo desde el fantástico blog Magonia de Luis Alfonso Gámez en El Correo).
Para no quedarse sin extraterrestre y decepcionar a los más fanáticos, el nuevo documental también trata el debate que se ha generado en EE.UU. sobre si divulgar la supuesta información confidencial que esconde el gobierno de Obama acerca de los ovnis.

jueves, 25 de abril de 2013

Las misteriosas luces de la Luna

Las enigmáticas luces móviles de la LunaLas siglas TLP corresponden a las iniciales según la traducción inglesa de «Transient Lunar Phenomena», o lo que es lo mismo, Fenómenos Transitorios lunares. En realidad se trata de un fenómeno de luces misteriosas que no se observan de forma continuada, sino de muy tarde en tarde y en momentos de
 

exploraciones lunares muy concretos. Las últimas investigaciones en este sentido siguen sin arrojar luz.
Cierto es que el que escribe siempre se ha mostrado un tanto escéptico en este sentido, máxime cuando se emplea la palabra misterio. Los TLP se pueden visualizar (repito que es muy difícil ver un TLP; yo jamás he visto uno hasta la fecha) en el interior de algunos cráteres o sobre las cimas de las cordilleras montañosas lunares. En algunos casos aparecen como nubes en movimiento o sombras con un período de vida muy corto.
Algunos observadores de la Luna y hasta la primera mitad del siglo XX, creían que esas sombras eran grupos de animales que caminaban o corrían sobre la superficie de la Luna en busca de comida.
La idea no era tan descabellada como parece, pues si nosotros estuviéramos en la Luna y observáramos ciertas regiones de la Tierra donde los animales se agruparan masivamente, veríamos moverse sobre la Tierra sombras de tamaños variados y para todos los gustos, sobre todo si estos animales se concentraran en zonas desérticas, caso del bisonte en Estados Unidos antes de la llegada de los primeros colonos europeos, cuando aquellos se contaban por millones.
Lo que es cierto, es que sean lo que sean, los TLP deben existir. Grandes figuras en el campo de la astronomía, han dejado constancia escrita de ellos y no podemos negar su existencia.
Hagamos un poco de historia:
1778. Desde España, el astrónomo Antonio de Ulloa, mientras contemplaba el eclipse de Sol del día 24 de junio, da cuenta de una grieta o abertura en la superficie lunar, que termina con el resultado de un punto brillante cuando los rayos del Sol pasan sobre él.
1783. El famosísimo astrónomo inglés, descubridor del planeta Urano, William Herschel, observa el 18 de agosto: "Percibo tres volcanes en diversos lugares de la Luna. Dos están ya casi extinguidos o a punto de desaparecer, lo que podrá decirse en la próxima lunación...El tercero muestra una erupción activa de fuego o de materia luminosa..." ¿Qué observó realmente Herschel?, ¿fueron quizás picos elevados que se encontraban iluminados por la luz solar o tal vez volcanes activos?
Lo que sabemos hoy día es que la Luna es un mundo completamente muerto y se encuadra dentro de los más inactivos del Sistema Solar. Existen lunas en Saturno y Júpiter con una actividad inusitada, de los que emanan grandes géiseres de vapor de agua como en Encélado, luna de Saturno, o los potentísimos géiseres de nitrógeno del satélite Tritón, del planeta Neptuno y erupciones volcánicas que cambian el color y el aspecto del satélite, en este caso del satélite Io de Júpiter. Pero nuestra Luna es un mundo sin actividad. Todos hemos visto la Luna igual a lo largo de nuestras vidas y así sigue después de miles de millones de años.
Un astrónomo de la categoría de Herschel debía distinguir con claridad los puntos luminosos de los picos más elevados que se encuentran aún en la penumbra, pero ¿y la información de los volcanes? Mucha imaginación, podemos pensar, pero ¿quién de nosotros estuvo allí para hacer balance?...
1788. J.H. Schroeter, astrónomo que fue, se dedicó desde su observatorio en Lilienthal y utilizando telescopios de Herschel a la potencia máxima de 300 aumentos a dibujar mapas de la Luna entre los años 1791 a 1802.
Se dedicó incansablemente a la búsqueda de fenómenos que alteraran la superficie lunar como bien pudieron ser la aparición de nuevos cráteres o luces lunares. El 26 de septiembre de 1788, cuenta que observaba la zona de la cordillera montañosa de los Alpes y encontró una luz parecida a una estrella próxima al cráter Platón. Continúa diciendo que permaneció con ese brillo durante 15 minutos, para posteriormente desaparecer.
1824. El astrónomo Gruithuisen observa luces que se encienden y que se apagan.
1866. El astrónomo Tempel comunica la existencia de un punto luminoso en el circo Aristarco.
1867. Es ésta quizás la más espectacular visión de TLP. El día 13 de mayo en el cráter Plato, se observan luces agrupadas entre cuatro y veintiuna. Estas luces fueron observadas por numerosos astrónomos. Algunos de ellos indican que mientras varios puntos de luz se hacían más brillantes, los demás perdían intensidad. Hubo quien llegó a pensar que las luces estaban siendo manejadas por seres inteligentes. Entre los años 1867 y 1870, el recuento de TLP, se elevó a varios millares.
1877. Durante este año continuaron apareciendo más luces en la Luna, de las que dieron buena cuenta astrónomos de observatorios profesionales, como el británico C. Barret, que describe un punto de luz en el cráter Proclus.
Los cráteres más nombrados con TLP en este año fueron Bessel y Plato, este último es el que más registros de TLP lleva en su haber desde que se tienen noticias de la existencia de los TLP. También en este año se derrocha mucha literatura sobre él y sus TLP. Se comunicó la existencia de un triángulo brillante en su interior y luces móviles que se distinguían hacia el cráter desde varios puntos.
1931. El 22 de febrero nos cuenta el abate Joulia que próximo al cráter Aristarco, una luz tenue y difusa se encendía y se hacía al tiempo menos luminosa, progresiva y lentamente.
1937. M.Abdreuko en Amberes nos informa de la existencia de una pequeña zona luminosa en el circo Cassini. Este mismo señor en el cráter Aristarco, localiza una especie de radiación de coloración entre azul y verdosa.
1944. H.P. Wilkins (ingeniero mecánico y selenógrafo), que se dedicó a realizar mapas de la Luna, afirma ver un punto de luz brillante en el cráter Plato.
1950. H.P. Wilkins, dice ver otro destello de luz de gran intensidad por la zona de los cráteres Aristarco y Herodotus. Su contemplación la realiza a través de un potente telescopio de 370 mm.
1958. El astrónomo de nacionalidad rusa Niteolai Kozyrev contempla una nube brillante sobrevolando el pico central del cráter Alphonsus de la que toma espectro. Se pensó que el pico hubiera podido entrar en erupción, al considerar la idea de que se tratara de un volcán. Nuevamente el 3 de diciembre volvió a deleitarse con la visualización de otra nube no muy lejos de la posición de la anterior, que estuvo presente y en movimiento durante una hora.
1963. Desde el observatorio de Lowell, nos informan de la aparición de un resplandor de altísimo brillo y de color rojo y sobre la Luna, que bien pudo observar el astrónomo John Grenace.
1966. Varios observadores, entre ellos el conocido Patrick Moore (importantísimo divulgador de astronomía británico), describen el surgimiento de unos resplandores rojizos en el circo Gassendi, el día 30 de abril.
A partir de la última fecha indicada, las observaciones de TLP disminuyen por parte de los astrónomos o al menos no se dan a conocer con tanta frecuencia. No obstante, el fenómeno no ha desaparecido, y hay quien se dedica en cuerpo y alma a la caza y captura de los TLP.
En España por ejemplo, existen redes de observadores lunares y dentro de este campo, hay apartados dedicados con exclusividad a la vigilancia de posibles irregularidades sobre la superficie de la Luna. Parece que nuestra amiga la Luna se conoce un tanto mejor y no nos dejamos llevar con tanta frecuencia por fenómenos misteriosos capaces de provocarlos los posibles selenitas (habitantes de la Luna).
Por otra parte, desde la segunda mitad del siglo XX, numerosas sondas han estudiado meticulosamente la superficie de nuestro satélite y en 1969 el primer hombre pisó la Luna. No quiere decir ello que se la conozca como a nuestro planeta, y siempre quedará la duda de aquellas luces. Pero profundicemos un poco y veamos qué pueden ser los TLP.
Hablando de modo fácil y como ya comentamos anteriormente, los puntos de luz que se localizan en las sombras, bien pueden ser provocados por la iluminación de los picos de las montañas más elevados donde comienza a amanecer y siempre y cuando estos se sitúen próximos al terminador (línea que divide la noche del día en la Luna).
Si la distancia al terminador y dentro de la sombra es considerable, la duda siempre nos puede asaltar, ya que a esta distancia del terminador, difícilmente el Sol pudiera iluminar las cimas de las montañas más elevadas, pues deberían tener una altura desproporcionada y esto no ocurre con las montañas lunares. Es decir, cuando la parte no iluminada de la Luna produce un TLP, es digno de ser investigado.
De todas formas es difícil de explicar como dicen algunos observadores de fama, que los puntos de luz se hagan intermitentes. Quizás pueda ocurrir que estemos totalmente equivocados y la Luna no sea un lugar tan muerto como creemos.

¿Volcanes activos?

Puede que haya una mínima actividad interior que ponga de tarde en tarde su aportación para crear una presión interior y haga salir en forma de gas y pequeñas cantidades de lava hacia el exterior y por medio de volcanes, como pudiera ser el pico del cráter Alphonsus y el famosos circo Plato, que es en realidad una gran llanura amurallada.
Allí no hay pico, sino un suelo liso. ¿Existen acaso volcanes tan diminutos que no los podamos ver y surgen cuando hay actividad y desaparecen cuando cesa? Lo cierto es que Plato es punto de mira por su elevado número de TLP.
Imaginemos por un momento que escapan chorros de gases desde el interior de la Luna, como si de géiseres se trataran, estos gases podrían provenir de grietas en la superficie provocadas por las tensiones de la gravedad de la Tierra o por la diferencia de temperatura que existe entre el día y la noche que pude superar los 300 grados y fragmentar grandes rocas o incluso el suelo lunar. Este gas al intentar salir al exterior debe toparse con la capa de polvo (regolita) que se encuentra cubriendo toda la superficie lunar y por consiguiente, la elevará a diferentes alturas de modo que quedará expuesta a las radiaciones del Sol y así hacerse luminosas.
Varios chorros de gas que estuvieran más o menos alineados y a no mucha distancia de separación, darían la impresión de intermitencias y movimiento (cuando uno baja y se apaga otro sale del suelo con más fuerza y brilla).
Según Wiltkins, los TLP pudieran tratarse de la mera reflexión de los rayos del Sol al incidir sobre ciertos materiales con mayor grado de reflectividad y de alto albedo. También cabe la posibilidad de que surjan efectos de fluorescencia por bombardeo de electrones solares.
Otra posibilidad es la caída de meteoros sobre la superficie lunar. Esencialmente cuando la Tierra atraviesa los restos de algún cometa y se produce una lluvia de meteoros, como es el caso de la Leónidas, hay constancia de la caída de estos meteoros en la Luna, dejando destellos en la superficie oscura de la Luna, pero no dejan de ser destellos que duran pocos segundos, no tienen nada que ver con los TLP que duran horas siendo visibles o desplazándose de un lugar a otro.
La duda en todo caso nos invade ante la larga serie de conjeturas con las que jugamos. De momento el misterio sigue ahí.

sábado, 13 de abril de 2013

EE.UU. después del calentamiento global


El artista Nicholay Lamm editó imágenes de los lugares más famosos de EE.UU. para demostrar cómo los cambiaría el calentamiento global. Lamm se animó a crear estas imágenes al ver un reportaje titulado 'Qué podría desaparecer' que se publicó el año pasado en 'The New York Times'.  La baja resolución de las imágenes que mostraba el periódico


no permitía ver los detalles, y por este motivo Lamm contactó con la organización Climate Central, que había proporcionado las fotos a 'The New York Times', para solicitar las imágenes en una resolución más alta.  


Para conseguir imágenes realistas que reflejaran las predicciones de los científicos, Lamm usó mapas topográficos y de elevación del nivel del mar. En crear cada imagen tardó aproximadamente 15 horas.  

"Quiero que la gente vea estas imágenes y entienda que los lugares que más valoran podrían perderse para las futuras generaciones si no convertimos la preservación del clima en una prioridad", comentó Lamm a los medios. "Estas imágenes no se basan en películas de Hollywood, sino en mapas." 

Desde 1900 el nivel del mar ha subido de promedio unos 20 centímetros y, según estima la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA), habrá subido entre 20 centímetros más y 2 metros antes del año 2100.